Bienvenido

Bienvenido al blog de El Conde. En este espacio encontrará el reflejo de obscuras obsesiones, fuente y matriz que impulsan estas historias.
Historias de amores, de agonías, de ese absurdo que surge de la fusión entre realidad y las ideas.

domingo, 15 de agosto de 2010

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martes, 10 de agosto de 2010

Hombre tomando café


Es de noche, un café solo, como hace mucho tiempo. Las mandíbulas se mueven por comer y tragarse las inútiles palabras. Alguien se muere en el televisor bajo las balas y alguien sobrevive aliviado con el trozo de justicia que cree que le corresponde. Y yo tocando fondo.

La calle vacía por ratos señala destinos cálidos, y estas ganas de no, la esperanza de también, y yo tocando fondo.
Hay fondos de lata oxidada, fría y áspera. Los hay terrosos y duros, los hay de filoso hielo y hay algunos desconocidos a los que nunca se llega, se también que hay unos llenos de ojos y otros de manos, pero a todos se llega boca abajo.
Todos son el último pucho, la última noche, la última soledad, la última pena. Mañana siempre es el primer día, comenzar de nuevo, volver al ruedo, jugar a ser. Y yo tocando fondo. Un fondo palpable con las manos, suave pero rugoso, tibio y húmedo tocado con la punta de los dedos cabeza abajo, sostenido de los pies por la cordura y la tendencia a sobrevivir.
¿Hay algo más inútil que un reloj? Es lo mismo que sean las dos, las diez o las siete y cuarto yo sigo tocando un fondo suave, rugoso húmedo y tibio.

El Conde

martes, 20 de julio de 2010

http://www.youtube.com/watch?v=ipzR9bhei_o
Verbo.


¿Cuántas veces más haré trizas
 tu nombre en mi silencio?
¿De cuántas bocas deberé oírlo
y fingir que no?
Pero es tu silencio peor que las peores voces
de las peores sentencias.
Dime mi cuerpo con tus manos.
Verbaliza con tus besos
que este amor es a pesar de todo.
Explícame en una mirada
que soy el camino de tu voz.
Y en un abrazo cuéntame
que digan lo que digan
no callarás este grito.
Serás mi mejor obra,
la blanca poesía
sin versos sombríos.
Al fin y al cabo,
son sólo palabras mías                                                                                                                 Verboide

Mis palabras son sólo
Al cabo y al fin
Versos sombríos
Sin poesía blanca
La mejor de mis obras serás.
Este no grito callarás
Que digan, que lo digan
Que es un abrazo contado.
Voz de tu camino y
en una mirada explicita soy.
Todo es a pesar del amor
De los besos verbalizados.
Tus manos en mi cuerpo dicen
La sentencia peor
De las voces peores
Peor que tu silencio
Y no fingir
Deberé oírlo de cuantas bocas
¿En mi silencio tu nombre
Cuantas trizas hare más veces?
El Conde

El sol equivocado

Fumar es tenerte por un momento,
entrego mi vida de a poco
como la di desde que te amo.
Fumo tu marca, respiro tu veneno
y en mi mareo veo tus ojos,
el ademán del fuego en tus manos.
Nuestro tiempo se quedó en mi boca
como un insecto vivo.
Ni la noche más pesada se precipita
es una tarde que muere en un tejado encendido.
Así suspendido entre la tarde y la noche,
así espero que me llegue tu mirada
doblando las esquinas, atravesando las piedras,
los cementerios, las carnes
y en otros ojos se me aparezca de repente.
He deificado el sol equivocado
el que te perfumaba de palabras
y no te creí o tal vez si.
He deificado el sol equivocado,
será por eso que vivo de noche
y tampoco es la opción correcta.
Es por eso que fumo, que aspiro tu veneno.

El Conde

domingo, 18 de julio de 2010

Artículo

Cuando tristemente descoses mis palabras,
es cuando una urgencia de tenerte se me desliza
por los ojos ya muertos de ver tu espalda
cuando te vas a un mundo de luces,
que no es el mío, que a pesar del ruido
me sumerge en el silencio,
y vuelvo a mis oscuridades,
a mis libros que siempre,
a mis proyectos que nunca.
Tu espalda antes campo de mi generosa boca
Tus besos que acentúan el artículo “el”
Prometeo de mentiras, callas,
sólo callas y acusas a mi triste sino
de llevarte conmigo a la espera que nunca,
a mi amor que jamás.

El Conde

domingo, 30 de mayo de 2010

La Grieta

-Vieja. Hay una grieta en la pared-
-¿Mmmm?
Si claro ahora no le das bola, vas a ver cuando te llegue al techo el quilombo que vas armar. Que por qué no te dije, por qué no te avisé.
Esa puta grieta fina y larga esperando ser descubierta. Una grieta con alma, corazón y esperanza de grieta. Nacida de la causalidad del error, la equivocación del destino material. Abismo de sólo mi mirada. Por ella no sale nada, sólo entra este espacio hacia otro tal vez lejano. Una grieta por donde irme despacio volatilizado en ojos furtivos.
Una simple grieta en la pared con la esperanza de colonizar el muro y ser toda grieta, todo espacio insondable. La esperanza inerte de una triste grieta, se puede decir que es como un tajo en el corazón que aunque sea un cliché, lo es. No sé si un día será reina de lo que no conoce, lo seguro es que no se cerrará, tiene al menos esa certeza que es más de lo que tengo yo, que se que no soy grieta. ¿O sí?
Es una saludable grieta como el culito de Ángel aquella noche en su departamento, como su boca, cálida y húmeda. Tal vez tenga también esta grieta una lengua juguetona que lo sabe todo, más que nada callar.
Acaso nazcan en ella flora y fauna propias, diminutos grietenses que una noche como esta invadan la habitación y me devoren festivos, como tal vez lo estén haciendo ahora, como estos pensamientos de mierda, porque eso también tienen las putas grietas, de dejar ver lo que nadie quiere ver y a veces hasta oír, los gemiditos cuando se la metía con fuerza, el chasquido de la humedad que lubrica esa hermosa y calentita grieta. En las grietas viven los sueños y las pesadillas.
Y esta vieja de mierda que no se calienta. Mañana seguro lo llama al pintor grandote de jeans ajustados, que casi no me contesta cuando le hablo, pero yo sé por qué, él también tiene su grieta. ¿Cómo mierda se llama?
-¿Vieja me has escuchado? ¡Hay una grieta en la pared!
-¡Dónde!- Sobresaltada se sienta en la cama.
- Ahí, donde está el clavo que sostiene el rosario. ¿Ves?
El Conde

jueves, 27 de mayo de 2010

El Cascoteao

El cascoteao

Una vez hace un tiempo hablando con una loquita, le dije que el interior de mi provincia es de terror, sin saber yo, que era de un pueblo perdido en el eterno polvaderál santiagueño, por lo que se sintió profundamente ofendida.
Claro, desde hace años la loca vive en Buenos Aires. Vuelve a su pueblo de tanto en tanto y cuando lo hace, seguro la pilotea de hetero unos días, total para mariconear está el face.
Ahora digo yo, si en su pueblo se está tan bien como para ofenderse si le dices que viven en la edad de piedra. ¿Por qué se fue?
 ¿Por qué no siguió siendo la mariquita del barrio? La que te acompaña a seguir al chongo porque crees que te pone los cuernos, la que te defiende y te cuenta los chismes y se calla tus secretos, la que le tiñe las canas a tu vieja para no pagar la peluquera, la que tenía que salir a ver si conseguía algo por ahí, pero se queda y hace el bizcochuelo para que el sobrino lleve a la escuela el lunes, esa a la que sabes vas a encontrar a la madrugada para ir a acompañar a la mina  a la que el marido la recagó a patadas y hacer quilombo en la comisaría porque a la marica, mal que mal ya la respetan de tantas veces que la tuvieron ahí y los canas ya se lo comieron todos. Esa marica que para no padecer se volvió ciega, sorda y muda, para no saber lo que por la calle le dicen, para no lastimarse la autoestima con la seguridad de que le pasa lo peor que le puede pasar a una marica, ser feo y pobre, y además ver que se vienen los años encima y sigue sola, ya no esperando un príncipe azul que la rescate del pueblo, de su destino y poder sacarle la lengua al pueblo entero desde la luneta del auto 0km del chongui. No, ya no espera eso, ya no espera nada, hasta no hace mucho creía en que llegaría su desconocido a la estación, ni lindo, ni feo, ni rico, ni pobre, sólo él, alguien que le diera un beso y un abrazo delante de todos y demostrara que así también se ama.
Aunque si de amar se trata, sabe bien lo que es, porque todavía llora si está un poco en pedo y escuchando música lenta, se acuerda del chongui al que le bancó la joda, las birras y hasta los pañales y la leche para las hijas, sólo porque lo amaba y él una vez, sólo una vez le dio un pico en una calle oscura.
Pero no, es más fácil rajarse del pueblo con las primeras pulsiones de cosas raras, de extrañas sensaciones que de seguro no se podrán frenar más tarde. Rajarse a una gran ciudad en la que se sea uno más, un puto más en medio de tanta masa de putos, en la que ser invisible es natural y frecuentar lugares y gente del ambiente, los boliches, los gimnasios, los pabs, bares, saunas, hoteles y perderse en medio de otro rubro de la industria recién descubierto y por eso rentable y que por lo mismo se te atiende como una princesa y siendo una princesa seguro aparecerá el príncipe que te dirá que te ama, y gratis! Te propondrá vivir juntos y serás una marica con parejaaaaaaa!!
Pero que nadie se atreva a hablar mal del pueblo natal, la casa de ma y pa. Lo que pasa es que sos una marica histérica a la que nunca cascotearon por puto.

El Conde

martes, 4 de mayo de 2010

Límite

Límite
Un límite palpable. Un límite de filosos contornos, Un límite que a veces se oye.
Ese relámpago de un abismo excitante e inasible que no sea de otro modo que a través de la existencia.
Carencia estúpida y vulgar de mi lengua e ineficiencia de mis palabras para nombrar, para decir o tal vez para digerir una carta de amor como mi amiga Diana o la psicótica obsesión de Andrés por comprar bananas todos los días y que ello sea poesible o tal vez como las otras poesías de Oscar con el peso del universo concentrado en lo real viscoso y tibio.
Ya se había caído la idea, el sueño utópico de una integridad. Desintegrado en la nada sin poder ser siquiera la ausencia de lo que fue, eso era yo. Tal vez se dirá que todo esto es un sinsentido, un desaguisado de una torpe conciencia obtusa, y tal vez si.
Todo eso era yo, hasta el día de la ventana. Fue una mañana al abrir los postigos y ver de frente otra ventana en el edificio opuesto, ese muro obstáculo de espantos y espantosos ruidos, verticalidad eterna y constante hacia un cosmos indiferente, ese no número sin palabras. Ese muro separado del mío solo por un espacio en el que cabrían unas pocas palabras, no más. La ventana del frente estaba abierta, por la mía el sol, por ella las sombras. Me quedé mirando y trataba de ver su interior, mostrabase vacía, inerte, una boca muerta sin aliento alguno que no fuera la húmeda soledad.
Los vidrios me reflejaron despeinado y con la barba crecida, sin camisa y con lo que queda de mi cuerpo. Resignado a la abertura como a una amenaza de tragarse el tiempo que no tengo, me lavo, afeito, peino y visto. Me voy.
Al volver, casi por la noche, un empujón me llevó hasta la ventana, la del frente seguía abierta, esta vez una luz espesa la perdía entre el brillo de una ciudad indiferente.
Ojeras, el rictus marcado por el cansancio, la mirada forzada hasta un horizonte senil, ese era yo.
A la mañana siguiente el pequeño escenario no me ofrecía más espectáculo que el que no fuera el abandono. La barba crecida, el pelo desordenado, la cara hinchada por el sueño sin sueño. La ventana del frente, el alter ego de la mía, el hueco de mi presencia.
Una mañana apareció lívido por el sueño medio incompleto y lo que quedaba del cuerpo en la ventana.
Nos fuimos.
El Conde

martes, 13 de abril de 2010

Pretérito

Donde estés, es mi lugar
Lo que veas, es mi paisaje
Lo que oigas, es mi música
Lo que vivas, es mi carne
Lo que te duele, es de mi
Lo que te moje, es mi lluvia
Lo que digas, es mi voz
Donde vayas, son mis pasos
A quien beses, son mis labios
Los recuerdos no siempre
vienen del pasado.

El Conde

lunes, 5 de abril de 2010

Verdad

Entre los abrazos no dados,
los besos guardados,
algunas palabras calladas
y mis ganas contenidas,
está este deseo de salir
de mi y dártelo todo,
de volverme sordo
y no escuchar esas palabras
que nos matan.
Ciego, para no ver a nadie
con las miradas de costado
sospechando lo que es verdad.
Más verdad que nada, más que nunca.
Pero es tarde, ya no estás.
Yo no estaré, 
ni esas noches,
ni aquellas tardes,
ni tu boca en tu taza de café,
ni tu ceño serio,
ni el dulce de tu olor.
Nada, ni siquiera las lluvias.
Aunque a veces busco tu rastro
y me pierdo en las calles
de mi memoria, buscándote.
Todo se fue contigo
Todo amor, todo.
El Conde.

viernes, 2 de abril de 2010

Residencia

Tras mis puertas,
por mis pasillos,
en mis dormitorios,
en las cocinas,
en las habitaciones sin sentido,
tras las ventanas cerradas,
en los perfiles de los espejos,
en mis patios internos
al final de mis escaleras
en mis sótanos oscuros
hay ropas
hay libros
hay letras
hay signos
hay cuerpos
con tu sombra.

El Conde

domingo, 28 de marzo de 2010

Poeta

Quiero que nadie hubiera dicho:
“Me gusta cuando callas”
Para que tu silencio
fuera el génesis de mis palabras.
“No sabes como necesito tu voz”
Para que la contradicción
fuera el beso que queda en mi boca
“Tu bien recuerda cuanto te amé, cuanto te di”
Para no oscurecerme
en tu ausencia de tormenta.
Pero no soy buen poeta,
parir versos no es lo mío.
Y si una noche no vuelvo
Desde la contra luz estarán
Los siempre cuerdos de siempre,
crueles contrastes de mi verdad,
dirán con la boca torcida:
No pensó en…….
No se acordó de…..
No valía la pena….
Los que saben te culparán
los que no lo supondrán.
Pero sabes que yo,
como una verdad irrefutable
planteado,
plantado,
plateado
en mil platacolores estaré
esperándote, en el lugar de siempre,
para cruzar el largo puente
que une mis sombras a las tuyas.

El Conde
Cinta curvada hacia abajo: El Conde

POSICIÓN

Permanecer en esta posición, con la frente pegada a las rodillas y los brazos rodeando la cabeza. Permaneces así todo el tiempo posible y es como si nada pudiera tocarte, como si ninguna premonición te pudiera alcanzar, o fuera posible.Y crees que marcar territorio es, o fue suficiente, que quedarte en la simple espera terminará con todo, que cuando de nuevo levantes la mirada un universo nuevo estará esperando ya conquistado por  tu simple existencia.Permanecerá la marca del olor de la piel de tus rodillas, de tu vientre, de tu sexo tal vez guardado por siglos.Pero no, todo seguirá igual, estarán ahí los dolores, las pocas o ninguna de las virtudes, todos tus errores, el tiempo y sobre todo el perdido

Otra vez, y una vez  más estarás vos.

El Conde

Afuera. El último beso


El afuera es siempre esa cosa que te espera, eso que se plantea como un horizonte oscuro. Como eso que se quiere alcanzar para volver.
Si hubiera sabido que ese fue el último beso……………..
Hay algo que se me pega, algo que tienen los focos de 25 en pasillos con el revoque caído, el olor a fritanga de las cocinas calientes con las paredes engrasadas, esa cosa que tienen las camas desechas, eso que tienen los patios oscuros, los baños húmedos con olor a jabón barato.
Si sabía que era el último, lo habría hecho durar más, habría mordido sus labios, habría………………….
Es algo que se me adhiere, como esa frescura de la piel de las viejas que solas salen a sentarse en la vereda después de bañarse a las ocho, que bien perfumadas con colonia se matan los mosquitos a palmadas. Es algo pegajoso como los besos de las sirvientas en el oscuro de las veredas. Como las manos de los novios, como la culpa de la infidelidad, como los llantos silenciosos de la lejanía.
Era el último, como no saberlo, para guardar su sabor, para recordar su respiración, para no olvidarlo para…………..
Se me pega eso como la indiferencia del viejo a las cortinas que puso su mujer hace veinte años, a todas las pelotudeces de pésimo gusto que se fueron amontonando en el modular y que nunca fueron bellas, ni nada, sólo basura para mirar y limpiar de tanto en tanto, se abrocha a mi como mi propia indeferencia a tantas cosas, a si combina la corbata, a si están planchadas las sábanas, a si el perfume corresponde a la estación, a si los cristales de las arañas están simétricos, a si Borges, a si lo que se escribe está bien o no, en todo eso hay esa cosa que se me pega, y me chupa haca abajo, tal ves sea la tierra que te empieza a chupar y atraer hacia si desde que llegas a este mundo, desde las primeras caídas ya te impone a golpes que le perteneces, Luego, en lo que te cuesta levantarte te explica que no es fácil desprenderte de ella, y después, cuando pasa el tiempo, se te precipita la cara hacia ella, hacia la tierra, las arrugas se van hacia ella, y es por que te está chupando, porque ya no resistes su exigente orden de pertenencia y un día se apropiará de vos y entonces todo será al divino pedo.
Y se me pasó el último beso, se me pasó y lo olvidé, de saber que era ese el último, no se…………..

El Conde


PERRO

Hay días en los que se me escapa la tristeza de su encierro. Son esos días en los que la primera palabra que pronuncio es tu noMbre, que es la llave de la jaula de mis días circulares. Son jornadas enteras de llorar lento, en silencio y hacia dentro. Todo se ve igual de verde, la oscuridad está en Mi garganta. Me atraviesan las horas y casi siempre, por la tarde, cuando se acerca la noche, llega la tormenta, una igual A la de la primera noche que estuviste sólo conmigo, exactamente la misma, trueNo por trueno, sólo que no estás.
Salgo al interior de una ciUdad cerrada de puertas y ventanas. Me encuentro con la sombra de tu ausencia en cada esquina, hasta que me acostumbro y me siguE.
A esa altura soy un perro de la calle. Busco tu mano para Lamer, tu mano, mi amor, tu mano. Soy pelos de perro, patas de perro, hocico jadeante, naturaleza de perro. Cruzo las calles invisible y fugaz, hasta que en una en la que quedó tu resplandor, me detengo en el medio. Las luces se acercan y me aturden, escucho el golpe en las costillas, el dolor. En idioma de perro de la calle, un aullido con tu nombre.
Despierto en otro de mis días circulares, pero tengo cuidado de que no se me escape la llave.

El Conde

Siempre tuyo, Franco.



Según las noticias, sucedió como tantas veces, cuando encontraron el cuerpo de Franco, tendido en su cama, en medio de miles de cosas amontonadas por todo el departamento.
El forense sentenció que la muerte habría sobrevenido aproximadamente cuarenta y ocho horas antes de ser encontrado por los vecinos, alarmados por la repentina ausencia de Franco en el ascensor y el olor que venía desde su morada.
Era un hombre de más o menos setenta años, de estatura baja y prominente abdomen, la cara siempre sonrojada, ojos miel y sonrisa abierta, Los antiguos vecinos lo llamaban: Don Franco; los más jóvenes del edificio sólo Franc. Nadie sabía a ciencia cierta a qué se dedicaba, unos sostenían que era bancario, otros que trabajaba de cajero en una mercería y otros que estaba pensionado y que no trabajaba. Lo cierto es que todas las mañanas en horario comercial, Franco bajaba su existencia por el ascensor, hombre de pocas palabras, no pasaba más allá del saludo.
¿Por qué llamarle a esto ascensor y no descensor? Debe ser como el destornillador y no atornillador. ¿Por qué tomar sólo una parte de las cosas? ¿Por qué nombrar las cosas sólo por una de sus funciones? ¿Por qué todo debe tener necesariamente una función específica? ¿Por qué todo debe funcionar?
A ver, hoy es día de San Valentín. Las calles están llenas de rosas, de olor a bombones, las tiendas exhiben desde sus vidrieras las más mínimas ropas, sin tener en cuenta el pudor de los pobres vapuleados maniquíes que se dejan explotar por un momento de fama bajo luz cenital. En las librerías se venden  por igual recetas de cocina afrodisíaca como Afroditas en la cocina.
Se compra, se vende, todos quieren tener  un amor, aunque sea por hoy, a quien regalarle algo.
Serán rosas para Jimena; perfume para Inés; un corsette para Lilí y un cenicero nuevo para Verónica, ella que fuma tanto. Me encanta esto del esmero de algunos comerciantes de decorar con pelotudeces como moños, cintas o el colmo de la imaginación, sólo un papel de seda saliéndose por la boca de las bolsas de cartulina.
Me gusta esto de los regalos, esta cuestión de los “días de…”. Pensar en las caras de los regalados cuando yo como regalante entregue el regalo, la sonrisa del sonreído y yo sonriente, sorprendido y sorprendente en ese ritual.
Escuché decir alguna vez que todo esto de “los días de….” es un invento del comercio para elevar las ventas. Es una vulgar mentira, a mi me gusta y lo hago como a mí me gusta: con total desinterés, sólo por imaginar las caras de los otros, ellos como ellos y yo como yo.
Mañana es día de los primos segundos, será otro día de elegir regalos. Me gusta tanto esto que inventaré días. Serán días de los que miran por el balcón, día de los que se limpian los pies antes de entrar y de lo que no, día de los que se peinan de derecha a izquierda y el de los que lo hacen al revés, del que saluda sin conocer a nadie, del que saca el brazo cuando maneja, del que vende flores, del que regala.
Mañana será otro “día de…”
Según el informe de la policía, era necesario, consideró el juez, la autopsia.
Consta también en el informe la descripción del escenario del hecho, en el que cuenta con lujo de detalles cada una de las cosas que estaban el departamento del occiso: cincuenta frascos de perfumes, cincuenta lapiceras, cincuenta juegos de pañuelos, cincuenta prendas de vestir intimas femeninas de varios diseños y medidas, cincuentas charolas de varios materiales, cincuenta hebillas para cintos, cincuenta ceniceros, cincuenta ramos de alguna flor seca, etc., etc., etc. Todos estos vastos objetos envueltos, algunos con mucho esmero, para regalo y con sus respectivas tarjetas en las que se podía leer, entre tantas: A Jimena con cariño; A Lilí de tu amor; A mamá con todo mi amor; A mi querido primo; Mi estimado señor que mira por el balcón; Para mi querida señora de los ruleros azules; A Verónica con todo el amor del mundo. Siempre tuyo, Franco.

El Conde

LA BUSQUEDA

1ra. Parte: Busco en bocanadas de aire , la vida, el sentido del mundo, de lo exterior, la luz, esa luz que me acompañará por siempre en toda mi vida, de la que querré huir a veces, y sin la que no podré vivir la mayoría del tiempo.
 Este medio de cosa invisible que de a poco me ahoga y de a poco me matará, y sin lo que tampoco podré vivir.
Esto que se muestra como un exterior, sólo para reafirmar mi interior, esto a lo que llaman mundo, esto que tendrá fin conmigo, que desaparecerá ineludiblemente conmigo en mi último segundo de vida.
En síntesis, busco la maldita vida, esa cosa que me matará.
2da. Parte: Existe un ritmo universal, un ritmo en el que existen todas las cosas, en el que suceden todos los hechos y el que creo o quiero creer permanecerá después de todo, antes de todo.
Debo aprender ese ritmo, es casi como un latido, pero no lo es, es casi como un fluido pero no lo es, es casi como una caída pero tampoco es, es casi como una risa si serlo, es sólo eso u ritmo, lo llevo escrito en algún lugar de mi, de ti de todos, pero no!
 Buscar el ritmo, encontrar el compás esa es la cuestión, pero el mío, el que haga música con el mayor, con el más grande con ese ensordecedor ritmo que no nos deja escucharnos, pero cada uno hace el suyo, por lo general en destiempo.
3ra. Parte: Buscar el sostén, el soporte a la indigna y vulnerable experiencia de existir.
Tal vez esa estructura seas vos, seamos nosotros es lo que me enseñaron, pero no lo sé. Porque cuando me salgo de la luz, desafino con mi ritmo y me aparto del mundo, sólo estoy yo, siempre yo solo. Todo lo que me ensañaron a buscar, no está, desaparece y todo vuelve a cero, nada de lo que recolecté en mi búsqueda suma, nada más me queda mi yo, este eterno yo que me persigue, que me mira desde dentro, y que a veces se esconde durante días para ver si lo extraño y lo busco, y siempre lo hago, sin mi yo no puedo, aunque sé que es el sicario de mi mismo.
4ta. Parte: La búsqueda ha sido ardua, ahora me buscan a mí. Me busca el tiempo, me llama el mundo hacia su centro.
Ha sido búsqueda de vida, consumiéndose en sí misma en el mismo acto de existir.
Busqué, el aire, el mundo, la vida, el ritmo, mi historia a mí mismo y los hallé en el mismo momento en el que los dejaba escapar una y otra vez.
Hoy, que no es otra cosa que una fantasía del tiempo, termina la búsqueda, la misma eterna búsqueda.

El Conde

Eso

Olvidemos los sonidos por un momento, seamos sordos.
Esto está desde un principio en los arabescos de los falsos bronces, de la falsa plata, del simulacro de cedro y el ausente brillo de la seda.
Está en los pliegues de los rostros, de las cejas, los ojos, esa maldita marca que empieza en la nariz recorta los labios y termina a cada lado de un mentón irregular de tenso. Todos esos rasgos hacia abajo, como una flecha indicadora de un destino.
Los ojos, inflamados, húmedos, mojados, empapados, inundados, fuera de foco, ojos que ven en blanco, negro y tonos de grises. Ojos que buscan, rebuscan, revuelven y no encuentran, no encontrarán, no encontraron. Ojos que son un no hacia dentro, un noema, una apología noetica.
Los pelos en caos, por partes húmedos sin explicación, sobre los hombros caídos, cansados y tensos de culpa sin la disculpa de un perdón perdido como la verdad que nadie se atreve a decir.
Los inútiles brazos, más inútiles que nunca, maldito y vil apéndice al pedo que rematan en unas manos que se abren y de golpe se cierran como garras, se crispan, se autoflagelan de deseo.
 Los gritos. Los sordos mudos gritos. Las palabras no existen todo es silencio en medio de tanto que se dice, es el altar de sacrificio de la palabra inconsistente, su negación absoluta y al mismo tiempo donde alcanza su máximo esplendor. No hay momento de mayor silencio con tanta bulla. Todo lo que se diga es silencio. A veces sólo se pueden oír los pasos que van y vienen, pasos lentos, con miedo a ser oídos, pero no para no molestar, sino para que eso no los alcance, eso que se derrama por las cortinas, se chorrea por el cuerpo que siente asco, terror, impotencia de no poderse sacudir eso que va dejando su huella para recorrerla después con más profundidad. Cae por los sillones, corre por el piso, por los cristales, que sale a la calle y se dispersa, se lo llevan los vehículos al pasar, las personas, las que miran y las que con temor simulan discreción y apuran el paso con temor y a pesar de ello, eso las roza erizando la espalda, tensando el cuero cabelludo y dan ganas de correr, pero se disimula y el paso se hace inseguro y frío. Eso se disipa en la calle, en la búsqueda de todos, en eso otro que llaman vida.

El Conde